Se lo debo a Chávez


????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????

Por Yohana

Me enteré justo cuando revisaba un reportaje sobre la recuperación de Santiago de Cuba tras el paso del huracán Sandy, la informática de mi revista entró desesperada diciendo: “Chávez se murió, caballero”. Aunque ya estábamos advertidos, la reacción de todos fue correr hasta el televisor más cercano para que el cerebro entendiera lo que los oídos escuchaban. Al ver a Maduro vestido de blanco tratando de contenerse y parecer ecuánime ante el mundo, me di cuenta que estaba compartiendo el mismo dolor que aquel hombre sentía, aún sin ser venezolana, aún sin haber conocido a Chávez….

Camino a mi casa, el P 14, invariablemente atestado, lucía una cara distinta, su gente estaba de luto. Me impresionó mucho escuchar un puñado de llamadas a celulares comunicando la noticia: “A las 4 y 25? No puedo creerlo!!!!”

Y aquellos con tatuajes en todo el cuerpo, esos que andan con maletines repletos de cosas para vender, o los que se hacen los dormidos para no ceder el asiento, y hasta los adolescentes bullangueros que sin consultar “animan” con su música el viaje, se estremecieron pensando en lo ocurrido y especulando el mañana de Cuba, Venezuela y América Latina. Yo no hablaba, pues me concentré en el ejercicio de escuchar a todo aquel que nunca imaginé pudiera estar hablando tan en serio, con tanto sentido político y humano.

Mi introspección duró toda la noche, conmovida por la cara de mi novio y mi mamá cuando veíamos los mensajes de los presidentes latinoamericanos que mostraban la misma pena que he visto cuando cualquiera pierde un amigo muy cercano.

Al otro día desperté decidida a dar mi aporte periodístico a la causa, llegué muy temprano a mi trabajo y me ofrecí para ayudar en todo a pesar de no ser plantilla de la redacción internacional, e incluso intenté aportar alguna que otra idea dentro de mi sector… pero parece que esa no era mi tarea.

Confieso que me sentí muy inútil, realmente no quería transcribir las grabaciones que hice en el boulevard de Bayamo -aunque el trabajo me gustara-, cuando sentía que debía hacer algo por Chávez, quería salir a las calles y gritar junto a los jóvenes que Hugo vive, que yo lo quiero…

Facebook me puso peor, vi los comentarios de muchos amigos que me entristecieron mucho y me quedé como desarmada,  solo atiné a chatear con la gente que más me importa y a enunciarle brevemente cómo me estaba sintiendo. También pude compartir algunas fotos de la sonrisa del segundo libertador de América, pues siempre quiero recordarlo así, corriendo, cantando, gritando eufórico, besando a sus hijos, a su pueblo, sonriendo.

Entonces volví a experimentar ese vacío que trae la muerte, que por desgracia ya conozco demasiado. Pero poco a poco el sufrimiento se me va convirtiendo en esperanza y me encuentro en cada uno de los hombres y mujeres que caminaron 8 kilómetros junto a su cuerpo inerte, y ahora quiero más a Evo, que estuvo tantas horas al lado de su amigo sin importarle caminar entre una multitud que pugnaba porque su flor cayera sobre el féretro, porque su gorra ocupara un espacito en las ofrendas a Chávez.

Ahora solo confío, confío en que el espíritu bolivariano seguirá fluyendo por las venas de los venezolanos y que no dejarán morir, como tampoco lo haremos nosotros, todo lo que construyó ese hombre que cada vez se me encarna más en Bolívar, Martí, el Che… en Fidel.

Esta no es la mejor crónica que puedo escribir como profesional de la palabra. No encuentro la forma de ilustrar hacia afuera la intensidad de lo que llevo dentro, las ideas no me salen como las pienso, eso me pasa generalmente cuando me implico mucho. Pero ahora estoy un poco más aliviada, de algún modo he sacado lo que creo, lo que vivo y lo que siento como periodista, como educadora popular, como joven, como cubana, como revolucionaria, como latinoamericana, como ser humano….se lo debo a Chávez.

Esta entrada fue publicada en Pronunciar el mundo y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario